jueves, 1 de febrero de 2024

Duermo con gafas. La explicación.


Tengo hambre, siempre, hambre que me devora las entrañas hasta que el hueco se hace tangible.

Soy capaz de quitarme de encima todo el peso del mundo con tan solo dos dedos.

Acumulo diarios empezados por el final en un escritorio más que desordenado.

Puedo obsesionarme con cualquier canción aleatoria. Cuando suena Creep por quinta vez consecutiva pienso que I'm the weirdo in every fucking song, honey.

Nunca entendí por qué Dorothy quería volver a aquella casa en blanco y negro, abandonando el color de Ciudad Esmeralda.
Yo sigo andando en espiral por baldosas amarillas. Sin cerebro, sin valor. Pero con el corazón rebosante en las manos para poder lanzártelo sin piedad cada vez que nos encontramos.
Y es que mi hogar es el tornado, que me arrasa las venas pintándome de sangre los labios.

Me ha costado 40 años descubrir que sí existe alguien que comprende a los electroduendes, que la Bruja Truca la baraja del tarot para dejarme crear mi propio destino con los versos que me cuelgan del pecho.
Versos que no riman.
Versos que descansan todo el verano esperando que el otoño seque las hojas para dejarse caer, para precipitarse por la tinta del río que nace en la cima de la montaña de libros sin leer.

Duermo con gafas por si me despierto a las 3 de la mañana con ganas de escribir poder distinguir a mi musa en la oscuridad, entre las líneas de las manos. Mis manos. Ojalá tus manos.

No sé cantar, pero me quedo afónica destrozando otra canción que se repite una y otra vez.
I hope you are the one who waits for me, honey.
Ojalá tus manos, Metallica, mi sofá.

Está claro que no sé hablar de mí sin hablar de ti, de vosotros, de todos, de mis gatos.
Que os llevo tatuados en la piel, en los ojos, en todos los posibles futuros que soy capaz de inventarme retorciendo la realidad. Viviendo de expectativas.
Y es que no tengo nada más preciado que compartir que mi soledad, mi independencia y la torpeza con la que cuido de mí misma, con la que derramo el café por las páginas en blanco de mis cuadernos. La torpeza con la que mis pies dejan huella enredándose entre ellos y consiguen que me vuelva a dar de bruces.

Cuidado que me rompo con facilidad, la facilidad con la que me vuelvo a reconstruir.

Ojalá tuviera la misma habilidad para poner(te) punto y final.

Ojalá tus manos.
I wish my hands between my thighs and a smile, honey.
Benditos Arctic Monkeys.

Bendito punto y seguido. 

1 de Febrero de 2024
Ester Sinatxe




domingo, 1 de octubre de 2023

A Manuela




Desconectada del móvil no queda más remedio que escribir.

Justo aquí donde mi veinteañera solía gritar en silencio suplicas para que la quisieran.

Silencio en la ropa, en el pelo. Silencio en el sexo.
Gritos de atención en el silencio.

Aquí donde nos han vallado los arcos revolucionarios de la independencia. Donde nos prohibieron vaciarnos el alma en las botellas, vaciar las botellas en las canciones llenas de recuerdos.

Este rincón circular de Madriz que nos fumábamos liados para acabar perdiendo los papeles.
De Madriz a la Vía Láctea, porque Madriz me mata. 

¡Ay Manuela! Tanto te hemos abrazado que el calendario se ha quedado parado en un Dos de Mayo sin año.
Siempre presente Manuela, incluso en las noches que celebrábamos que no había nada que celebrar. ¡Feliz no cumpleaños, Dosdemayo!

Ni soy la misma ni es la misma plaza, aunque el corazón de lata lata al ritmo de estas coordenadas.
[Inserte aquí las coordenadas cuando se conecte al móvil de nuevo]

Qué bonito se ve el mundo sin que sea a través de una pantalla. Tan bonito como cuando plantábamos nuestras horas en el cemento lleno de cristales y plásticos, esperando cosechar las estrellas de una noche eterna.

¿Alguna vez fue tan de día como hoy?
¿Alguna vez tuve 20 años menos?

Y es que me pesa que pase el tiempo, como pesan estas piedras en las que me siento.

Me pesa la libertad que nunca supe que tuve.


27 de Julio de 2023
Ester Sinatxe